Por qué el "Alfa Roll" no tiene lugar en la educación canina moderna
- Ali Learning
- 11 jun
- 3 Min. de lectura
Una revisión científica desde la etología, la neurociencia y la psicología del comportamiento

En los últimos años, el campo de la educación y el comportamiento canino ha experimentado una transformación significativa.
Gracias a los avances en neurociencia, etología aplicada y psicología del aprendizaje, hoy contamos con una comprensión más profunda del comportamiento social del perro y de los efectos que diversas técnicas de modificación conductual tienen sobre su bienestar emocional y cognitivo.
En este contexto, es fundamental revisar críticamente prácticas tradicionales como el "alfa roll" y comprender por qué su uso no solo es obsoleto, sino científicamente erróneo y potencialmente perjudicial.
Origen del concepto "alfa": una interpretación equivocada
La técnica del "alfa roll" se basa en la antigua teoría del lobo alfa, según la cual los individuos dominantes someten físicamente a los subordinados para mantener el control del grupo.
Esta interpretación surgió a partir de observaciones de lobos en cautiverio (Schenkel, 1947), donde animales no emparentados eran forzados a convivir en espacios artificiales, generando dinámicas jerárquicas basadas en conflicto.
Sin embargo, investigaciones posteriores en poblaciones de lobos en estado salvaje (Mech, 1999) demostraron que estas estructuras jerárquicas no reflejan el comportamiento natural de la especie. En libertad, los lobos viven en unidades familiares donde las relaciones se basan en cooperación, no en dominación física. Como señala Mech:
"El macho alfa es, en realidad, simplemente el padre del grupo familiar, y la hembra alfa, su pareja. La idea de dominación física constante es una proyección humana equivocada." (Mech, 1999)
Al extrapolar incorrectamente estos conceptos al perro doméstico, se perpetuó una visión del comportamiento canino centrada en el control, la imposición y la confrontación, sin fundamento etológico.
Lee nuestro Blog: Dominancia en Perros: ¿realidad o mito? para aprender más sobre la teoría de la dominancia.
¿Qué ocurre en el cerebro durante un "alfa roll"?
Desde la perspectiva neurobiológica, forzar a un perro a una postura de sumisión activa una respuesta intensa del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal (HHA), desencadenando la liberación de glucocorticoides como el cortisol.
Esto conlleva:
Supresión de la actividad de la corteza prefrontal, responsable de la toma de decisiones y del autocontrol.
Hiperactivación de la amígdala, centro de procesamiento de emociones intensas y respuestas defensivas.
Alteraciones en el hipocampo, afectando la memoria y el aprendizaje.
Robert Sapolsky lo explica claramente en Why Zebras Don’t Get Ulcers (2004):
"El estrés crónico y los picos de estrés agudo deterioran la capacidad del cerebro para aprender, regular emociones y adaptarse al entorno."
Esto significa que el perro, en estado de amenaza, no está en condiciones de asimilar nueva información ni de modificar su conducta de manera funcional. En lugar de aprender, simplemente sobrevive.
Consecuencias conductuales del castigo físico
Desde la psicología del comportamiento, el "alfa roll" constituye un castigo positivo: la aplicación de un estímulo aversivo con el objetivo de reducir una conducta. Numerosos estudios han documentado los efectos adversos del uso de este tipo de técnicas.
Herron et al. (2009) encontraron que al menos el 25% de los perros sometidos a métodos confrontacionales, como el "alfa roll", respondieron con agresión.
Ziv (2017), en una revisión sistemática de métodos aversivos, concluye que:
"El uso de castigos físicos no solo incrementa la probabilidad de comportamientos agresivos, sino que deteriora el bienestar emocional del perro y la calidad del vínculo con su tutor."
En muchos casos, el uso de estos métodos lleva a la inhibición conductual —no porque el perro haya aprendido a comportarse mejor, sino porque ha aprendido a no actuar por miedo a las consecuencias.
Etología moderna: los perros no se "corrigen" así entre ellos
A nivel social, los perros utilizan estrategias de comunicación sutil para evitar conflictos: señales de apaciguamiento, desplazamientos, evitación, etc.
El "alfa roll" no tiene un equivalente directo en la comunicación canina natural. Imponerlo artificialmente interrumpe las dinámicas comunicativas y puede generar confusión, ansiedad o respuestas defensivas.
Además, someter físicamente a un perro sin su consentimiento va en contra de los principios de bienestar animal y de ética profesional en la intervención comportamental.
Conclusión: educar desde el conocimiento, no desde la dominación
La evidencia científica es clara: las técnicas basadas en el sometimiento físico, como el "alfa roll", no solo son ineficaces, sino contraproducentes.
Educar no es imponer miedo, sino facilitar el aprendizaje a través de un entorno seguro, predecible y emocionalmente regulado.
En Animal Learning Institute, formamos profesionales que comprenden el comportamiento canino desde un enfoque actualizado, integrando la neurociencia, la psicología del aprendizaje y la etología moderna. Nuestra responsabilidad como educadores y etólogos es construir conocimiento, no perpetuar mitos.
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